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Deflactación

Una de las aplicaciones más interesantes de los índices de precios es su función de deflactores. De hecho, la gran popularidad que han alcanzado estos instrumentos se debe a su capacidad para medir la inflación.

En efecto, el resultado de un índice sintético de precios proporciona una cifra que (si el índice ha sido adecuadamente construido) resume de forma satisfactoria las fluctuaciones que han afectado entre dos instantes a los precios de un conjunto de bienes y servicios.

En concreto, el índice básico construido en esta entrada constituiría una aproximación al aumento de precios que ha afectado a los alimentos, y proporcionaría resultados válidos sólo si los tres artículos que abarca (leche, pan y patatas) fuesen representativos de cómo ha afectado el cambio de precios a otros productos (verduras, arroz, carne, pescados...). En realidad, nos interesaría disponer de un indicador en el que se incluyeran (con las correspondientes ponderaciones) representantes de todas las variedades de productos alimenticios con las ponderaciones correspondientes o, si deseamos que sea aún más amplio, representantes de todos los gastos habituales de una familia.

Si el índice básico inicial hubiese sido perfeccionado hasta llegar a incluir muchos productos de consumo habitual, podríamos utilizarlo como indicador global de los cambios de los precios de consumo, estimando a través de él la inflación.

Imaginemos, por ejemplo, que el índice correspondiente al año 2017 con base 2016 es del 110%. ¿Cómo reaccionaríamos si nuestro salario durante el mismo periodo hubiese aumentado un 12%?

Parece claro que parte de la subida salarial no tendrá ningún efecto para nosotros, ya que ha sido contrarrestada por la inflación (de hecho, con una subida salarial del 8% nuestra situación habría empeorado).

El razonamiento anterior, que permite apreciar la evolución real de una magnitud, eliminado de la misma el efecto de la inflación se denomina deflactación.

Las magnitudes económicas aparecen frecuentemente valoradas en términos monetarios. Como consecuencia, cuando trabajamos con valores correspondientes en diferentes instantes, éstos se hallarán dados en precios corrientes (unidades monetarias de cada año).

Dado que con el paso del tiempo los precios varían, a las unidades monetarias de distintos periodos les corresponderá un poder adquisitivo diferente. La solución para que las magnitudes referidas a distintos instantes sean comparables consiste en la valoración de éstas a precios constantes.

En general, la valoración de magnitudes a precios constantes se lleva a cabo eliminando de éstas la variación de precios que se haya producido durante el periodo de referencia. Este proceso, que contrarresta el proceso inflacionista, equivale a un ajuste de la magnitud con la información proporcionado por un índice de precios que denominamos deflactor.

Respecto al método para llevar a cabo este ajuste, cabrían en un principio dos alternativas: por diferencia o cociente. No obstante, nuestra intención no es eliminar un saldo de inflación sino corregir su efecto en términos relativos (sobre los niveles considerados en cada caso) resultando por tanto adecuado el ajuste por cociente.

Ejemplo

En el ejemplo considerado en esta entrada, considerando como deflactor el IPC, podríamos traducir nuestro salario de 19800 euros/año de 2017, a precios constantes deñ 2016:

S2017(precios constantes 2016) = S2017(precios corrientes 2017)/IPC2017,2016 = 19800/1,1 = 18000

Concluyendo que los 19800 euros que recibimos en 2017 serían equivalentes a 18000 euros del año 2016, es decir, nos permiten acceder a un mismo nivel de vida.

Este esquema de razonamiento, aplicado a una serie de años, nos permitirá apreciar con claridad las diferencias entre la evolución aparente de los salarios y su evolución real.

Un deflactor será en principio el índice de precios que aparece como divisor en la operación de deflactación. Sin embargo, debemos observar que este instrumento actúa como un verdadero intérprete, traduciendo precios corrientes a precios constantes.

La elección del deflactor dependerá del problema al que nos enfrentemos en cada caso concreto. No obstante, como criterio general, nos interesará un índice de precios referido al periodo de tiempo considerado y que incluya un conjunto de bienes y servicios lo más parecido posible a los que integran la magnitud que en cada caso deflactamos. Estos requisitos los cumple el IPC.

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