Como ya se ha anticipado, un índice espacial podría ser introducido como una medida relativa en la que la situación adoptada como referencia es la correspondiente a cierto ámbito territorial.
Desde este punto de vista, en el caso más simple podría admitirse como válida la aproximación genérica efectuada para índices temporales, con sólo sustituir la dimensión temporal por la espacial. Así, dada una magnitud X, cuyo valor analizamos en distintas zonas j = 1,..., h, el índice simple de la zona h respecto al área de referencia r vendría dado por la expresión Ihr = Xh/Xr.
A pesar de que la traslación desde indicadores simples temporales a espaciales es aparentemente inmediata, surgen ciertos problemas conceptuales que no siempre tienen solución. Uno de los más frecuentes es el derivado de las definiciones que una misma variable tiene en distintos ámbitos espaciales (por ejemplo, el PIB en distintos países).
Por otra parte, el hecho de que la magnitud sea única no garantiza la homegeneidad de los valores que pretendemos comparar, ya que éstos podrían venir afectados por distintas unidades que es necesario unificar.
Supongamos que hemos sido designados para efectuar un análisis de la distribución territorial de la renta en nuestra comunidad autónoma, por lo cual decidimos llevar a cabo una primera aproximación adoptando un área r de referencia (cierto municipio con renta en torno a la media, por ejemplo) y calculando para cada unidad espacial considerada los índices con respecto a r.
Es evidente que la interpretación de estos indicadores no presenta diferencias sustanciales con la vista para índices temporales. Si, por ejemplo, el índice Ihr adopta el valor 1,15, podemos concluir que la zona h tiene una renta superior en un 15% al área de referencia.
Aunque la aproximación anterior podría resultar de interés en algunos casos puntuales, con frecuencia nos interesa analizar conjuntamente distintas variables estadísticas X1, X2, ..., Xn cuyos valores son observados en varias zonas 1,2,..., h. El análisis de este tipo de situaciones conduce al estudio de ciertos indicadores espaciales que no siguen el planteamiento general expuesto para los índices complejos (recuerda que los índices complejos resumían la variación global de una serie de magnitudes entre dos periodos de tiempo), sino que son desarrollados específicamente para esta problemática.
Son varias las ópticas alternativas que podemos adoptar en una aproximación estadística. La más inmediata sería, probablemente, cuantificar a través de un indicador sintético las disparidades existentes entre regiones en cuanto a distribución de una variable, estudio que resulta factible a través de medidas ya conocidas.
Otra posibilidad consistiría en medir los factores que influyen en la localización de una determinada actividad económica en una región, análisis que nos conducirá a los denominados estudios de localización. Si este enfoque se extiende hasta analizar las interacciones entre puntos o zonas de un mismo espacio económico aparecen los modelos gravitacionales.
Cualquiera de las tres posibilidades expuestas nos ayudaría en el análisis de la renta que nos ha sido encomendado. Si optamos por la elaboración de indicadores sintéticos nos encontraremos con medidas de homogeneidad o desigualdad intermunicipal, mientras que la segunda alternativa podrá medir la capacidad que tienen algunos municipios para atraer la localización de industrias.
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